Hace unos días tuve ocasión de participar en una muy interesante sesión de reflexión y debate que organizamos desde el Madrid Advisory Comittee de Esade, y que daba inicio a un ciclo que hemos titulado «Mujer y Liderazgo» y en el que pretendemos investigar y reflexionar sobre los retos de la función directiva en base a las experiencias de unas cuantas mujeres que ejercen cargos de responsabilidad.
Empiezo hoy una serie de artículos que recogerán lo que tratemos en dichos eventos a lo largo del 2011.
Creo que la primera sesión, fue muy positiva y todos los que de alguna manera nos hemos involucrado en su preparación estamos bastante contentos del comienzo de la serie. Hace un poco más de un año ya empezamos a preparar la organización de este marco de debate en Esade Madrid, aunque por circunstancias no ha sido hasta ahora cuando hemos podido lanzarlo, pero bienvenido sea ahora porque creo que acertamos no sólo con las ponentes, sino también con el formato.
Unas buenas ponentes y un formato innovador
En esta primera sesión contamos con Eugenia Bieto (Lic&MBA 73), directora general de ESADE, y Montserrat Maresch (Lic&MBA 87), directora de Marketing Global y Comunicación del Grupo IKEA, quienes debatieron en torno a los cambios que han experimentado las directivas actuales con respecto a las de los años noventa. Además, probamos un formato innovador que consistió en celebrar el evento alrededor de una comida para unas 60 personas divididas en mesas de 8 o 10 personas. A la exposición inicial de las ponentes, siguió la comida en la que en cada una de las mesas se debatía sobre lo dicho desde distintas perspectivas: Diversidad, Conciliación, Innovación, Retos Globales, etc. y se trabajaban algunas de las preguntas o retos que habían lanzado las ponentes. Finalmente, a los postres, todos debatían sobre las distintas preguntas o sugerencias que hubiera dado lugar el trabajo de los grupos. Un formato en el que todos nos sentimos partícipes de lo dicho.
La función directiva (del siglo XXI) no tiene sexo
Quizá por dejar esto claro desde el principio, lo cierto es que todos los presentes, tanto ponentes como audiencia, estuvimos básicamente de acuerdo en que ni hay grandes diferencias en los estilos de gestión de unos y otras ni es más relevante que los estilos de unas personas a otras: la función directiva no tiene sexo. Por tanto, no se trata de hablar de mujeres vs. hombres o viceversa, sino de la experiencia y visión de ciertos directivos.
Hecha esta primera consideración, cito algunas de las conclusiones más relevantes que extraje del debate, partiendo de la base de que el liderazgo (la función directiva) en 2011 es radicalmente distinto del de los años 90 del pasado siglo. Esto se concreta en una serie de razones:
- En primer lugar, hoy hablamos de Liderazgo, mientras que hace 20 años, se hablaba de directivos. Siendo aparentemente trivial la distinción, no lo es tanto porque ambos conceptos tocan ámbitos muy distintos.
- En segundo lugar, el perfil de la función directiva es distinto, porque el mundo es radicalmente diferente:
- La crisis que vivimos es distinta, global. Es económica y financiera, pero también lo es de valores
- La geopolítica y la geoeconomía es distinta. Ha cambiado el equilibrio de fuerzas y el centro de gravedad se ha desplazado hacia los BRICs y el pacífico.
- Nunca antes como ahora se había debatido tanto en el mundo empresarial en torno a la ética y los valores. Es un tema que ya no es sólo importante, sino que preocupa, en general.
- Son globales y de mente abierta. Son personas que salen de sus fronteras naturales y son capaces de moverse en entornos culturales, idiomáticos, religiosos o de valores diferentes
- La responsabilidad social, la ética y la integridad forman parte de su agenda, ya que lo que hacen tiene un impacto en el entorno. Empezando por los empleados y sus familias y acabando por la sociedad en general.
- Son emprendedores. Constantemente mirando alrededor y «con las antenas puestas» para buscar nuevas oportunidades. Tiran hacia adelante a pesar de las múltiples barreras que nos encontramos.
- Son austeros. Quizá porque es una de las cosas que se está aprendiendo de la actual crisis, quizá porque no se tienen los recursos que se tenían antes, quizá porque saben que hay una correlación estadística entre austeridad y longevidad.
- Están formados y en formación constante, como herramienta para saber entender y preveer los cambios constantes del entorno.
- Tienen gran capacidad para trabajar en equipos. Ya se ha acabado el modelo que imperaba hace 20 o 30 años en el que el directivo mandaba (ordenaba) y los demás obedecían. El liderazgo ahora es distribuído.
¿En qué medida nos reconocemos actualmente en este perfil de liderazgo?. Mucho me temo, por lo hablado en las mesas de debate, que esta definición está lejos de la práctica en la mayoría de los entornos laborales. Sin embargo, conviene ponerse pronto a ello. Ya que nos atrevimos a explorar el perfil del líder dentro de 40 años, allá por el 2050, y las siguientes palabras clave salieron de boca de Eugenia Bieto al respecto:
- Los idiomas Chino y Árabe tendrán un peso muy relevante. Como lo tiene hoy el inglés o el español.
- Cada vez tendrá menos sentido el concepto de oficina. Estaremos hablando de movilidad global. ¿Para qué un despacho?
- El líder será mucho mejor que lo es hoy en su autoconocimiento, autoconciencia y en la transmisión de sus valores.
Mañana continuamos con la serie, mientras tanto ¿tú que opinas?.