En cualquier charla, presentación o reunión en la que hablamos de innovación por primera vez, siempre hay que hacer una aclaración para fijar un lenguaje común con una audiencia que aún no esté inmersa en la dinámica de la innovación: no es lo mismo tener una idea (creatividad) que llevarla a la práctica (innovación) creando algo de valor. En esa distinción, siempre insistimos en que, aun valorando la importancia de las ideas, la creación de valor tiene mucho más que ver con el 99% de perspiración que con el 1% de inspiración. Es decir, la creación de valor está más en la habilidad de poner las cosas en práctica que en la capacidad de concebirlas. Por eso, yo me pregunto: ¿Tiene algún sentido patentar una idea?.
Billones de Euros en la guerra de patentes
Sin duda el verano 2011 ha sido un verano lleno de noticias relacionadas con las patentes: la compra por parte de Apple, Microsoft y RIM de 6000 patentes de Nortel por 3.2B€ en el mes de Julio, la compra de Motorola Mobility y sus 17000 patentes por parte de Google, las múltiples batallas judiciales entre los fabricantes de dispositivos móviles para evitar que el otro pueda comercializar sus productos (sonado es el caso Apple vs. Samsung, que tiene tintes incluso cinematográficos, y que sigue enredándose más), o la noticia de la semana pasada en la que se anunciaba que Google compra 1000 patentes a IBM para seguir protegiendo su ecosistema Android en las batallas judiciales.
La ingente burocracia de las patentes
Por otro lado, en Estados Unidos se está terminando de aprobar la mayor reforma legal en el sistema de patentes en los últimos 60 años. Que tiene por objeto simplificar el proceso de registro de patentes y eliminar los litigios asociados a la autoría de la misma. En esencia, lo que la reforma resuelve es que sea necesario demostrar que una idea tiene una aplicación práctica, para lo que hay que haber invertido recursos en ponerla en marcha. Por tanto, en el nuevo modelo no bastará con patentar una idea, sino que habrá que innovar, poniéndola en marcha. Lo cual, a mi entender tiene mucho más sentido.
Adicionalmente, se establecen otros mecanismos operativos para simplificar el coste del proceso y los recursos necesarios para su gestión por la vía de simplificar la asignación de autoría y asignar más presupuesto a la agencia de gestión de patentes. Del mismo modo, en Europa, se trabaja para unificar el sistema de patentes, de modo que lo que se patente a nivel europeo sea incorporado automáticamente al registro de patentes de los países miembros, simplificando el proceso. Otra cosa es, de nuevo, qué tipo de conceptos, ideas, aplicaciones o innovaciones tiene sentido patentar (véase aquí o aquí un artículo sobre el tema).
¿Qué sentido tiene esta carrera en la Era de la Colaboración?
No me he parado a sumar las ingentes cantidades de dinero que (sólo este verano) se han «invertido» en la batalla de las patentes, pero creo que este camino no tiene mucho sentido en la Era de la Colaboración:
- Pivotar el modelo de negocio en torno a la posesión de propiedad intelectual (tal es el caso de la industria biotecnológica y farmacéutica) tiene un muy alto coste: por un lado el esfuerzo investigador para conseguir el acceso a esa propiedad intelectual y por otro el coste de defensa de la misma en un sistema legal de la era industrial y no globalizado. Desde el punto de vista estratégico, yo daría muy poco valor a la duración de esa ventaja competitiva.
- En el afán por patentar y proteger todo, se está llegando a situaciones absurdas, patentando ideas o conceptos demasiado generalistas (desconozco si alguien ha patentado ya «pensar» o «patentar»), que detraen recursos muy valiosos de la verdadera innovación: el coste de procesar la patente, el coste de litigar, el coste de cambiar. El coste de I+D+P (patentar) + L (litigar) no hace más que aumentar.
- Como comentaba en otro artículo, cada vez tienen mayor relevancia estratégica los modelos de negocio de plataforma. Estructurando la posición competitiva de la empresa desde una perspectiva de colaboración con otros actores del mercado, creando valor compartido y compartiendo recursos: pivotando la ventaja competitiva más hacia la capacidad de ejecución, la agilidad, el acceso al mercado o la gestión de clientes. Y esta tendencia no es exclusiva de las industrias TIC o Media, sino que (como bien apuntaba este artículo de Nature en 2009) es esencial en la industria biotecnológica actual.
Revisa tu posición competitiva
Si bien creo que en los próximos años vamos a continuar con las guerras de patentes (sobre todo en los sectores Farma y TIC), y vamos a ver reformas legales como la que estos días se aprueba en USA (tendremos que seguir muy de cerca lo que haga China, que no juega en este club), yo no perdería mucho tiempo en este tema para mi próximo plan estratégico.
¿En qué invierto mis escasos recursos?: Construir, Proteger y Defender una propiedad intelectual frente a Construir una organización ágil, colaborativa y con un enfoque al mercado mejor que el de mis competidores. Lo primero suena fantástico, pero no me lo puedo permitir.
¿Y tu, qué opinas?