Esta semana he llevado a cabo un muy interesante taller de innovación de nuevos negocios con algunos empresarios con un par de décadas de experiencia en esto de pagar nóminas, arriesgar su dinero, buscar nuevos clientes y construir y liderar equipos. Una vez más, creo que más que enseñarles yo, he aprendido mucho: ¿cómo afronta el empresario de empresa pequeña la innovación?.
En primer lugar, está la ilusión.
No me cansaré de repetirlo, pero cada vez que tengo que la oportunidad de trabajar con emprendedores o empresarios de empresas pequeñas, salgo reforzado y lleno de energía. Si esto es así, es porque ellos son fuente de energía e ilusión en todo lo que hacen. No tienen otro remedio, claro, no se pueden subir a la inercia de una gran organización y dejarse llevar por los objetivos anuales o las reestructuraciones trimestrales. Cada día, tienen que vestirse con el traje de comerse el mundo y empezar poco a poco con ello. ¿Imaginas que ocurre cuando juntas en una misma sala a una decena de ellos?: pues que entran en resonancia y se genera mayor impulso y energía. Yo estoy seguro de que ellos tienen, en la práctica, más problemas que sus equivalentes ejecutivos en las grandes compañías, pero también se que si uno junta en un taller a 10 ejecutivos -mandos intermedios- de distintas empresas grandes, sale de allí con menos espíritu de hacer cosas y con una visión más pesimista de las oportunidades.
No vamos a entrar a analizar las causas, porque tampoco las se. Pero creo que, hablando de innovación, si que es importante empezar por reconocer la actitud. Los empresarios de empresas pequeñas con los que estuve el otro día, al igual que los otros emprendedores con quienes comparto camino, tienen la actitud de intentarlo, perseverar y buscar opciones.
Primer mensaje: La capacidad de innovar es, sobre todo, la actitud de innovar. Y eso no se aprende. O sale de dentro o no.
En segundo lugar, la incertidumbre.
Obviamente, la primera barrera a la que tenemos que hacer frente es la capacidad de acertar con las decisiones adecuadas. Obviamente, no disponemos de muchos recursos, y por tanto, oportunidades, para equivocarnos. Tampoco tenemos los medios para acumular tanta información que nos permita entender o predecir el futuro. De ahí surge la incertidumbre. Lo malo es que salvo que domines la física cuántica, en la vida real tienes pocas herramientas para trabajar con la incertidumbre.
Pero si, en vez de hablar de incertidumbre (que es un concepto de difícil trato), hablamos de tipos de problemas, quizá si que podamos dar pasos adelante. Me explico: a mi me gusta especialmente el marco de referencia de resolución de problemas Cynefin que lleva unos años desarrollando David Snowden (recomiendo que dediquéis ocho minutos a ver este video). El modelo clasifica los ámbitos de toma de decisiones (resolución de problemas, en último término) en cuatro dominios:
- Al ámbito de lo simple, en sistemas ordenados, donde la relación causa-efecto es evidente, predecible y repetible, por lo que los problemas se aproximan en base a procedimientos y mejores prácticas. Por ejemplo: cómo predecir los flujos de caja de mi empresa.
- El ámbito de lo complicado, tambien en sistemas ordenados, donde existe una relación causa-efecto, pero no es evidente por estar separada en el tiempo o en el espacio. Al no ser evidente se requiere de experiencia y de métodos de análisis para encontrar esta relación, y a la hora de resolver los problemas de este ámbito, se pueden resolver desde varios puntos de vista. Por ejemplo: cómo vender más a mis clientes.
- El tercer ámbito es el de lo complejo, en sistemas que ya no tienen una causalidad. A este tema ya nos hemos referido en alguna ocasión, y se caracteriza porque los agentes del sistema interaccionan entre sí y cambian el sistema. Es, por tanto impredecible y emergente. Para resolver problemas en este ámbito, debemos probar, medir y responder. Es decir, planear experimentos. En el caso de la empresa: como y dónde lanzar una nueva línea de negocio.
- El último ámbito es el de lo caótico, en este caso no existe una relación causa efecto, y a lo que debemos aspirar es a estabilizar el sistema por medio de actuaciones rápidas que medimos y a las que respondemos. Se me ocurre un ejemplo: la situación económica internacional.

Cynefin Framework
Los otros dos ámbitos corresponden a desafíos adaptativos. No tenemos la respuesta ni debemos esperar a alcanzarla. En estos casos es mejor enfocarse en generar las preguntas adecuadas, cambiando nuestra manera de aproximarnos a los problemas e ir descubriendo su solución por medio de distintas interacciones y experimentos.
Innovar en negocio es claramente un desafío adaptativo. No nos sirven los métodos, las best practices, que conocemos. Tenemos que ir descubriendo el método a lo largo del camino.
Lo bueno, para un empresario de empresa pequeña es que junto a la actitud de innovar, también trae la experiencia de investigar. A la hora de construir una nueva idea, linea de negocio u oportunidad, nunca se ha podido basar en seguir los procesos establecidos por la organización, simplemente porque no existen. Siempre ha tenido que probar, y hacer.
Segundo mensaje: Basta un poco de orden a la hora de realizar el proceso de búsqueda, prueba y error para estar mucho más preparado para gestionar la incertidumbre de la innovación que grandes organizaciones con mastodónticos presupuestos.
Por último, el riesgo.
El tercer punto a considerar es la gestión del riesgo. Obviamente, al no contar con exceso de recursos, incluyendo el tiempo, el empresario de empresa pequeña tiene que medir muy bien el posible riesgo al que se enfrenta cuando decide lanzarse a la innovación de negocio.
Y para gestionar el riesgo, no hay nada como aplicar un poco de metodología. La metodología nos da la seguridad de guiar los pasos y de establecer los momentos en que tenemos que parar a analizar la información.
¿Qué metodología usar?. Pues creo que lo marca el punto anterior en lo referido a la incertidumbre: si nos enfrentamos a un problema complejo como lo es el del desarrollo de un nuevo negocio, debemos diseñar experimentos, actuar sobre el sistema y medir los impactos. La metodología que cubre esta aproximación es Agile Business Management, de la que ya hemos hablado en otras ocasiones.
Un último punto a considerar es que en el caso de la pequeña empresa, mi recomendación es siempre hacer innovaciones incrementales y en los círculos de influencia más cercanos a nuestro día a día. Salvo situaciones de crisis total, creo que no debemos ser demasiado rupturistas, porque debemos seguir pastoreando el negocio existente, y esto requiere de mucha de nuestra atención y energía.
Tercer mensaje: un acompañamiento y una metodología adecuada son muy importantes a la hora de gestionar el riesgo.
Y tu, ¿qué opinas?.