Hace pocas semanas empezaba un articulo diferenciado entre lo que es un emprendedor por cuenta ajena de los que es un emprendedor por cuenta propia. Y establecía la diferencia centrándome más que nada en el momento temporal en que uno se decide a «emprender». Estaba equivocado.
Hay algo más que la actitud innovadora
Reconozco que siempre he tenido por modelo de emprendedor temprano a mi amigo de la infancia y (como siempre yo me he considerado un (intra)emprendedor -un emprendedor por cuenta ajena-) he tendido a ser un tanto indulgente conmigo mismo en las discusiones que manteníamos a veces alrededor de una botella de vino en relación al riesgo, a lo que uno aportaba, a lo que dependía de cada cual y a las horas de dedicación que invertía cada uno. Tan es así, que en mi subconsciente he llegado a asociar que es lo mismo el emprendedor que el intraemprendedor. Quizá sea así cuando las cosas van bien. Evidentemente no es lo mismo, ni por asomo, cuando las cosas van mal. ¡Qué injusta comparación hacía!.
Es injusta porque emprender implica arriesgar. Arriesgar mucho. No solo tu día a día. No solo tu foco, tu sueño o tu dedicación. Implica arriesgar tu futuro y el de los tuyos. Me temo que esta última parte no se da en el caso del intraemprendedor. Si acaso, perderás tu empleo, nada más.
La lección del éxito o del fracaso
Y escribo todo esto porque hoy mi amigo el emprendedor me ha llamado para decirme que no puede más y que cierra. Y tengo que reconocer que me ha dejado muy tocado. Primero, porque es mi amigo y lo estaba pasando bastante mal. Segundo, porque lo seguirá pasando mal una buena temporada, ya que tras el cierre vienen las deudas. Y tercero, quizá, porque mi amigo era un buen emprendedor de los que hacen las cosas bien. ¿Cómo es posible, pues?.
Vaya por delante que es un fuera de serie, un modelo, un ejemplo. Y a los resultados me remito: 10 años de empresa. Bien cuidada, bien gestionada. Aplicando los principios de los que tanto hablo en este blog: ágil, austera, abierta, internacionalizada, gestionada con foco, con pasión, con amor… Nada, no se ha podido aguantar otra caída del 70% de las ventas nacionales, y eso que la internacionalización iba avanzando bien, creciendo saludablemente y ya siendo un 30% de las ventas. Pero no ha dado tiempo, se le ha encharcado el pulmón nacional.
Y ahora llegará la hora de hacer balance, de las lecciones aprendidas, de mirar porqué no cerramos hace 2 años antes de que el esfuerzo de seguir se llevara por delante el patrimonio personal. De ver que cosas se podrían haber hecho mejor. Ahora es cuando recuerdas las anécdotas de escuela de negocios: cuán importantes son los fracasos, tanto, que un día el CEO de GE (siempre es GE -leyenda urbana, supongo-) llamó a ese nuevo ejecutivo fichado hacia poco que acababa de pulirse varios millones de dólares en un proyecto fallido no para despedirle, sino para reforzarle que «cómo iba a despedirle ahora, después de haber gastado millones en su formación».
Ojalá se pueda aprender algo, pero me temo que esto es como las carreras de coches: ¿cuándo entras a cambiar los neumáticos?. A toro pasado es fácil. En la vuelta 22. Hace dos años había que haber cerrado, minimizar daños. Pero ¿y si no llueve?, ¿y si logramos podio con un coche inferior?.
10 años son éxito, mucho éxito
De modo que hasta que inventemos la maquina de las decisiones correctas en el momento adecuado, quizá no merezca la pena mirar atrás y centrarnos en el futuro. Si tu eres emprendedor tardío o emprendedor por cuenta ajena, esta lección si que te servirá. Y lo hará porque tus mecanismos de defensa subconsciente (límbicos) harán que a los primeros problemas graves, cuando las cosas vayan mal, entres a cambiar neumáticos. Igual no ganarás la carrera, pero tampoco te estrellarás en el muro. No compartirás la gloria de los valientes, ni el dolor de la derrota que afecta a tus seres queridos.
Pero claro, mi amigo no es de esos emprendedores. El es de los de ADN. El es emprendedor de los que lo ha mamado en casa desde hace varias generaciones, de los que han visto éxitos y ruinas. Y es emprendedor de éxito porque su último proyecto ha durado nada menos que 10 años. Si, si, 10 años en un país donde el 95% de las empresas no pasan de 5 años. El es un ganador. Un empresario. Alguien que levanta un proyecto de la nada, sin nada, lo mantiene vivo 10 años, genera empleo y riqueza, lo mantiene más allá de lo razonable, y acaba perdiéndolo todo por las circunstancias del mercado: el dinero, el tiempo, los baños de sus hijos, las cenas con su mujer, los fines de semana de periódico y paseo.
Al final, nos queda la pasión
Muchas veces he hablado de la pasión como la componente diferencial del liderazgo o, simplemente, de la profesionalidad. ¡Qué gran gasolina!. Cómo nos ayuda a seguir, cómo nos anima a sacar fuerzas de flaqueza, a dar ese paso adicional, ese esfuerzo. Pero cómo nos confunde, cómo nos nubla, cómo nos hace arriesgar mas allá de lo razonable, cómo nos hace parecer ludópatas en busca de un ilusión, de un ideal.
Mi amigo el empresario, el emprendedor de ADN, el triunfador de 10 años de esfuerzos y sacrificios, es un apasionado de su trabajo, de lo que hace y de hacerlo bien. Tan bien, que estoy seguro que lo que más le va a doler de todo el proceso de cierre será llamar a sus empleados, a sus clientes y a sus socios y proveedores para decirles que no puede más, que no hay más gasolina y que cierra el kiosco.
Pero, por la misma razón, estoy seguro que lo que más le va a reconfortar es regresar a los cuarteles de invierno, volver a casa, a cuidar de su mujer y de sus hijos, a disfrutar de ellos a escucharles y aprender de lo que ellos saben. A cargar las pilas, pagar las deudas y construir nuevos proyectos. Porque mi amigo, como lo tiene en el ADN, volverá a emprender. Y lo hará de otra manera, incluso tendrá mas suerte. Al fin y al cabo, tiene 41 años, fuerza y experiencia. ¿Cuantos hay de estos por ahí?.
Uno, tres, corolarios y una petición
No hubiera escrito este articulo en un día como hoy si no quisiera dejar claras tres conclusiones. De modo que ahí van:
- En primer lugar, sirva este articulo como homenaje, reconocimiento y felicitación. Mi amigo nos da mil vueltas a los que venimos de nuevas, a los que teorizamos o creemos saberlo todo, a los que no arriesgamos ni la hora del baño de los niños.
- En segundo lugar, sirva este articulo como aviso a navegantes. A emprendedores tempranos o tardíos, de ADN o por cuenta ajena, pero todos ellos apasionados. Tened cuidado no os nuble el juicio la pasión. Ya sabemos que para hacer podio hay que hacer algo distinto, pero la pista está muy mal, mojada. Medid bien los riesgos. No os obcequéis. Sabed renunciar a tiempo si fuera el caso. No podemos permitirnos que os quedéis fuera de combate una temporada larga, o peor, sin ganas de intentarlo de nuevo.
- En tercer lugar, hay que seguir. Hay que reciclarse, seguir haciendo cosas y seguir haciéndolas bien. Hay que recuperar el dinero perdido, pagar las deudas y seguir aprendiendo. Hay que trabajar para otros al menos hasta que podamos arrancar de nuevo. Hay que ser emprendedor por cuenta ajena.
Y con nuestra ayuda, con tu ayuda, encontraremos la gasolina que le permita salir de boxes y seguir enseñándonos. De modo que, si: mueve el articulo y si sabes de alguien que busque un director de exportación, házmelo saber.