Continuamos con la segunda parte del mapa del liderazgo que introducíamos en el artículo de la semana pasada, esta vez revisando las habilidades de liderazgo que tendremos que desarrollar cuando necesitamos afrontar entornos de alta incertidumbre.
El porqué de un mapa del liderazgo
En el pasado artículo introducíamos el mapa del liderazgo como una herramienta de desarrollo profesional que ir poniendo en práctica a lo largo de nuestra carrera. Para ello, trabajábamos desde dos ejes en función de la complejidad del entorno y de la toma de control que deseemos poner en práctica en cada situación (nótese cómo me refiero a una situación porque yo entiendo el liderazgo como un verbo y no como un nombre o un trabajo: es en determinadas circunstancias cuando debemos ejercer determinado tipo de liderazgo).
Planteábamos el mapa del liderazgo como una aventura de desarrollo a lo largo de nuestra carrera porque la dificultad de desarrollar todas esas habilidades y competencias es alta. Hoy en día, en todos lo entornos organizativos, demandamos a los líderes que sean poco menos que pentatletas, con múltiples capacidades y que sean capaces de hacer prosperar a la organización en entornos operativos muy complejos, además han de ser innovadores y adaptables, que sean expertos en el arte y la ciencia de su profesión, que sean decisivos, culturalmente astutos, emocionalmente inteligentes, comunicadores eficientes y enfocados a aprender a lo largo de toda su vida. Poco menos que el líder superhéroe.
Un líder superhéroe si lo que queremos es ser capaces de ejercer todas esas capacidades de golpe, pero si de verdad estamos enfocados a aprender a lo largo de toda nuestra vida, tenemos tiempo de sobra para ir desarrollando y poniendo en práctica todas las capacidades del mapa del liderazgo.
En el artículo anterior, nos centramos en las dos primeras etapas del mapa de liderazgo, aquellas que ejercemos en entornos de alta predecibilidad o baja incertidumbre. Así, empezábamos nuestro viaje desarrollando el liderazgo operativo en aquellas situaciones más o menos predecibles en las que cedíamos el control de las acciones y tareas a otras personas, guiándoles y desarrollándoles para que las llevaran a cabo con mejor calidad. Más adelante en nuestro desarrollo, estaremos preparados para tomar el control de las acciones, enfocándonos a crear las opciones que pueden llevar a los objetivos por caminos distintos. Empujando a la organización por nuevas vías o formas de hacer. Decíamos que es la diferencia que hay entre gestionar grupos de personas y liderar negocios y recordábamos cuáles son las competencias claves para desarrollar nuestras habilidades de liderazgo estratégico.
Sin embargo, nuestro entorno cada vez incluye más situaciones en las que el grado de certidumbre es más bajo. Ya hemos hablado en numerosas ocasiones sobre complejidad en este blog, por lo que no quiero insistir más sobre ello, sólo quiero recordar que un sistema complejo se comporta de manera no lineal, es decir, hay impredecibilidad en la reacción ante la acción y por tanto incertidumbre. Y este es el entorno en el que nos moveremos si aumentamos nuestro nivel de responsabilidad en la gestión de la organización o del negocio.
Tercera etapa: Liderazgo adaptativo
El contexto adaptativo es aquella situación que requiere una respuesta que está fuera de nuestro repertorio de herramientas o experiencia; consiste en un hueco entre la aspiración de respuesta y la capacidad operativa que no puede ser cubierto con la experiencia y los procesos que tenemos en marcha. Seguramente te habrás visto involucrado en circunstancias en las que no hay una respuesta estándar porque la respuesta aún tiene que ser construida. En situaciones en las que el líder tiene, si acaso, las preguntas, pero no las respuestas.
El tercer cuadrante de nuestro mapa de liderazgo es el de bajo nivel de control y alto nivel de incertidumbre. Es el cuadrante del liderazgo adaptativo. Lo enmarcamos dentro del cuadrante de bajo control porque en esta forma de ejercer el liderazgo, vemos al líder como un agente de cambio que moviliza a la organización para adaptarse a las circunstancias que ha sido capaz de detectar, pero no tiene control en la forma en que se desarrolla esa adaptación.
El liderazgo adaptativo es una práctica que facilita liderar en un entorno cambiante y difícil, en el que vamos encontrando amenazas u oportunidades que cambian y evolucionan su situación, o competidores y situaciones de mercado que cambian sus tácticas, técnicas o procesos incluso con una frecuencia mensual, si no semanal. Por tanto, en esta etapa querremos desarrollar nuestra habilidad para adaptarnos. La capacidad para cambiar la aproximación, con agilidad y velocidad es la esencia del futuro.
El pionero de la teoría del liderazgo adaptativo, Ronald Heifetz, afirma que:
El liderazgo adaptativo es la práctica de movilizar a personas para acometer retos difíciles y desarrollarse y prosperar. Es acerca de cambios que habilitan la capacidad para prosperar. Dichos cambios construyen sobre el pasado, en vez de tirarlo por la borda. La adaptación de la organización ocurre a través de la experimentación.
Heifetz también afirma que el liderazgo adaptativo es un proceso iterativo que involucra tres actividades principales:
- La observación de sucesos y patrones. La capacidad de reconocer cambios en el entorno es una habilidad que ya hemos desarrollado cuando trabajábamos desde la perspectiva del liderazgo estratégico. Lo que ocurre es que ahora, los eventos y patrones son cambiantes e inciertos.
- La interpretación de los sucesos. Si tenemos que considerar una como la capacidad más importante, y quizá la menos valorada, para ejercer el liderazgo adaptativo es la diagnosis. En alguna ocasión hemos comentado la diferencia entre un problema técnico (aquél que podemos resolver con las herramientas y conocimientos de que disponemos) y un desafío adaptativo. Pues bien, la clave es poder darse cuenta de qué tipo de reto estamos intentando resolver. Es fundamental, por tanto, ser capaz de diagnosticar, de identificar los elementos críticos de la nueva situación.
- Diseñar intervenciones basadas en las observaciones. Si en el apartado anterior nos centramos en el diagnóstico del sistema que tiene que adaptarse a un programa de cambio, en esta etapa, trabajamos la acción que tiene que ocurrir para ayudar a cambiar al sistema. Y la forma de escribirlo es relevante, porque la misión del líder adaptativo es ayudar a que sea el sistema el que cambie y se adapte. No cambiarlo él. De ahí que estemos ante un cuadrante de bajo control. El líder adaptativo es el agente de cambio que dispara y facilita los cambios.
En resumen, la adaptabilidad es un cambio efectivo en los comportamientos en respuesta a una situación que se ha visto alterada.
Habilidades y recomendaciones para practicar el liderazgo adaptativo
Para poder poner en práctica este tipo de liderazgo, hay algunas habilidades que debemos desarrollar.
- Influencia. Como comentábamos, el líder adaptativo es un agente de cambio. Esto significa ayudar a otros miembros de la organización, especialmente a los líderes clave, a reconocer que el entorno está cambiando y a construir los consensos a medida que el cambio ocurre. A medida que se construye el consenso, los líderes adaptativos trabajan para influenciar el rumbo de la organización.
- Aprendizaje. Los líderes adaptativos son aprendices apasionados, capaces de manejar múltiples demandas, cambiar prioridades y cambiar rápida y suavemente. Ven el cambio como una oportunidad y, por tanto, buscan el aprendizaje de cada acción o situación.
- Templanza. Los líderes adaptativos no piensan linealmente, no saltan directamente a la relación causa-efecto o acción-reacción. Puesto que los problemas a los que se enfrentan son complejos, no-lineales, los líderes adaptativos buscan entender la complejidad de los problemas antes de intentar resolverlos.
- Pensamiento creativo. Para conseguir la adaptación, debemos involucrar la creación de algo nuevo u original cuando enfrentamos problemas antiguos o desconocidos que requieren nuevas soluciones. El pensamiento creativo produce nuevas percepciones, aproximaciones novedosas o perspectivas frescas y, por tanto, nuevas formas de entender y concebir las cosas.
- Experimentación. Ante un desafío adaptativo debemos tomar una aproximación experimental, donde el rol de aquel que tiene la autoridad es el de proponer las preguntas difíciles y establecer los procesos que permiten a los demás abrazar las aproximaciones creativas, cometer errores y, sobre todo, aprender de los errores. Una forma de hacerlo es plantear las discusiones afrontando lo desconocido: «Este es un espacio donde realmente no hemos definido nuestra aproximación» o «Estas son las tendencias que están surgiendo y que realmente no sabemos atacar»; de este modo se da a todo el mundo la oportunidad de contribuir con su perspectiva. El rol del liderazgo es, por tanto, el de orquestar el conflicto que surge de dichas discusiones y definir experimentos para encontrar la forma de empujar los límites de un modo evolutivo.
Además, para quienes necesitéis una guía para ayudaros a desarrollar las habilidades y herramientas inherentes al liderazgo adaptativo, mi sugerencia es que acudáis al texto de R.Heifezt, M.Linksy y A.Grashow: «Practice of Adaptive Leadership: Tools and Tactics for changing your organization and the world» que es posiblemente el mejor manual práctico.
Porque no se os escapa que la puesta en práctica de las habilidades del liderazgo adaptativo no es tarea fácil. Los líderes tienen que aceptar que los contextos adaptativos no son juegos de win-win. Como ya comentábamos en el artículo Basta cambiar un 10% de tu ADN, la adaptación se puede aprender desde la biología y establecer que parte del ADN de la organización ha de conservarse y cuál descartarse.
Del mismo modo que en Biología, la adaptación tiene tres características: (1) preserva el ADN esencial para que continúe la supervivencia de la especie; (2) descarta (regula o reordena) el ADN que ya no sirve a las necesidades actuales de la especie; y (3) crea recombinaciones de ADN que dan a la especie la habilidad de florecer en nuevas formas y en entornos más desafiantes. Las adaptaciones exitosas permiten a los seres vivos llevar lo mejor de su historia hacia el futuro, y este no es un proceso fácil ni exento de conflictos. Siempre hay pérdidas.
De ahí que esta sea la tercera etapa en nuestro viaje de desarrollo por el mapa del liderazgo, porque requiere del desarrollo previo de unas habilidades y unas experiencias que han de reposar en bases sólidas.
Terminamos nuestra etapa de hoy con algunas recomendaciones personales:
- Ejercer el liderazgo adaptativo no es un ejercicio solitario. Todo lo contrario. Como antes mencionaba, la puesta en marcha del cambio tiene que ver con la construcción de consensos. Pero también es importante conectar con los demás para la detección de señales y patrones.
- Vive la vida como un ejercicio del laboratorio de liderazgo. Cuantas veces aproximamos el ejercicio de liderazgo como un nombre, como una función, y no como un verbo. Si aproximamos el liderazgo como verbo, podemos practicar la adaptación en todos los órdenes de nuestra vida. No desprecies la cantidad de desafíos adaptativos que te encuentras fuera de la oficina.
- Resiste la tentación de actuar. Recuerda, el líder adaptativo no tiene las respuestas, como mucho es capaz de plantear las preguntas. Lo malo es que estamos muy acostumbrados a trabajar desde la perspectiva del liderazgo operativo y el estratégico y en ambos casos tendemos a poner en práctica las medidas, las acciones, que dan respuesta a los problemas técnicos. Nos sale automáticamente, pero no funciona ante desafíos adaptativos.
- Descubre el placer de tomar decisiones difíciles. ¿Qué ADN conservar?, ¿Cuál descartar?. Son difíciles decisiones, sobre todo porque los desafíos adaptativos se presentan a futuro y posiblemente podamos vivir un día más con el ADN que tenemos hoy. Lo malo es que esto, quizá, no garantizará el desarrollo de la especie.
Y tu, ¿qué opinas?.