Cuando me invitan a dar una conferencia sobre emprendimiento, suelo presentarme como emprendedor fracasado que está allí porque los emprendedores de éxito no estaban disponibles. Ambas cosas son ciertas, porque hasta ahora no he conseguido tener éxito en ninguno de mis proyectos emprendedores y porque no conozco ningún emprendedor de éxito que tenga tiempo para dar charlas y conferencias. Suelen estar trabajando.
Y hago esta apreciación porque al hilo del foco mediático y político en el emprendimiento se está desarrollando toda una «farándula emprendedora» que muchas veces confunde más que aporta.
Vaya por delante que yo no estoy en contra de todo el movimiento pro-emprendimiento que vivimos en media Europa. Es más, lo apoyo porque creo que de todo el ruido, noticias en los periódicos, gurús emprendedores, concursos de televisión, aceleradoras universitarias, políticos inauguradores, startups de redes sociales y apps y demás surgirán buenos proyectos empresariales. Y porque prefiero que se hable de eso, de crear, antes que de otras cosas. Conviene recordar que hace cuatro o cinco años la palabra empresario estaba maldita y ahora, al menos, se habla de emprendedor. Quizá, quien sabe, algún día valoremos a los empresarios de éxito.
¿Hay una inflación de aceleradoras y ecosistemas emprendedores?
Lo que me llevó a escribir esta entrada es este artículo que leí ayer y que fue la gota que colmó mi vaso cuando afirma:
«En Berlin, las calles y cafeterías hierven de gente con sus iPads, vendiendo sus ideas, con eventos de start-ups prácticamente cada noche. La escena es visible y activa, es tangible»
Y creo que esta frase resume muy bien la diferencia entre el movimiento emprendedor farandulero y el de los protoempresarios que trabajan largas horas sacando sus proyectos adelante. Del mismo modo que hablamos hace tiempo sobre el exceso de gurús y de consultores que se habían leído un libro de modelos de negocio de esos que se venden en los aeropuertos y estaciones de tren y esto automáticamente les convertía en asesores y expertos, creo que algo parecido viene ocurriendo con la «escena» emprendedora.
El artículo que citaba antes se refiere a Berlin (vaya hombre, ahora resulta que como en Berlín hay una gran actividad cultural es el lugar perfecto para desbancar a Tel Aviv o Londres !!??, menos mal que el autor no se ha dado una vuelta recientemente por la feria de Abril de Sevilla), pero de igual modo podríamos encontrar esta actividad en Madrid, Valencia o Barcelona, por poner algunos ejemplos. Basta revisar el mapa del ecosistema emprendedor español cuya construcción colaborativa están impulsando Javier Megías y otros para ver que el número de aceleradoras e incubadoras ya va por 176 a la hora de escribir estas líneas.
Las tenemos de todas clases: universitarias, de emprendedores, públicas, de empresarios, de grandes corporaciones hasta de personajes del entretenimiento televisivo más masivo. Pero, sinceramente, el mero hecho de que existan centros de apoyo al emprendimiento no es garantía para que se produzca una actividad económica de generación de valor y resultados.
De hecho el tema está muy poco estudiado. El Global Entrepreneurship Monitor, no lo cubre en su estudio, y sólo la Kauffman Foundation, en USA, lo ha empezado a estudiar recientemente, y los primeros resultados indican precisamente que no necesariamente hay una relación entre ecosistema y éxito emprendedor. De hecho:
- «Las regiones que disfrutan de una buena cantidad de capital riesgo y otras inversiones financieras no necesariamente generan un ratio mayor de startups»
- «Las áreas de alta tecnología son atractivos para las startups de alta tecnología, pero no para todo tipo de startups, por tanto promover la creación de startups de alta tecnología no necesariamente eleva la economía en su conjunto»
- «Las grandes áreas urbanas obviamente tienen mayor ratio de startups, pero posiblemente porque sus economías son más diversas y resistentes que las de las pequeñas ciudades»
Confundiendo creatividad e innovación
En mi opinión, cuando se afirma que existe una relación directa entre ecosistema, eventos e interrelación de emprendedores y la creación de riqueza y éxito empresarial es que estamos, en el fondo, aplicando la misma lógica que cuando confundimos creatividad e innovación.
La creatividad es la capacidad de generar ideas, y la innovación es la capacidad de ponerlas en práctica y crear valor con ellas.
La creatividad nace de la hibridación, de la conexión de ideas, de la interrelación entre unos y otros. Por eso es bueno que existan espacios de coworking, incubadoras o aceleradoras. Porque favorece la interconexión de puntos de vista y de ahí surgen las ideas. Las ideas que pueden aplicarse para generar nuevas oportunidades de negocio o para resolver problemas concretos de los proyectos que están en marcha.
Por eso es bueno que existan estos lugares de trabajo. Por eso es bueno, también, que las compañías establecidas, sobre todo las más grandes, participen de este entorno y se integren de alguna manera en este tipo de actividad, porque la estimulación de la interacción activa la energía creadora, porque se desbloquean ideas y surge la mecha.
Pero hay que pasar de las musas al teatro, o de la poesía a las matemáticas, o de la creación a la acción. Y por eso se necesita mucho más que ideas para que se transformen en valor, en creación empresarial y en riqueza. Por eso ver gente por la calle que habla de sus ideas emprendedoras o chulas localizaciones con sillones de colores no genera riqueza.
Dos piezas clave para llevar la creación a la acción
Cuando digo que los emprendedores de éxito no van a los eventos porque están trabajando es cierto. Tengo la suerte de trabajar muchos días a la semana en uno de esos entornos creativos con sillones de colores, pero oiga, aparte de la partida de futbolín de las 14.00, el resto del tiempo los emprendedores que están ahí están trabajando como bestias, más que en muchas oficinas de postín de grandes corporaciones. Ahí no hay pitches, ni fiestas, ni eventos, sino trabajo duro y método.
- La primera pieza: método, foco y ventas. Porque para poder concretar la idea, demostrar el valor que puede aportar y empezar a generar riqueza, lo que hay que hacer es vender, y para vender hay que tener muy claro qué necesita el comprador, y cuánto puede pagar, y qué le impide pagar, y cómo le mejora la situación después de la compra y por eso hay que tener claro que beneficios aportamos y cuáles no, y cuánto nos cuesta cada beneficio aportado, y que tenemos que hacer para mantenerlo, y…. Y todo eso no se aprende en los eventos, sino con la experiencia, con el estudio y con el trabajo duro y enfocado.
- La segunda pieza: talento, motivación y recursos. Porque la idea está bien, pero hay que remar mucho para ser llevada a la práctica. Y para eso hay que valer. Hay que tener las competencias y conocimientos adecuados, rodearse de la gente adecuada, tener la motivación adecuada y la resistencia y energía adecuada para le largo camino. Y todo eso, también, cuesta dinero. Así que hay que tener acceso a los recursos necesarios. Y ese acceso no se consigue sin método, foco y ventas. Pero tampoco sin talento, motivación y recursos. Y es la pescadilla que se muerde la cola.
Por eso los emprendedores que conozco no están en los eventos tomando café. Están trabajando duro para convencer a sus clientes de que aportan más valor. Están trabajando duro para convencer a sus inversores de que harán el mejor uso de los recursos que les prestan. Están trabajando duro para convencer a su equipo de que ese esfuerzo extra merece la pena y es necesario. Están trabajando duro para convencerse a si mismos que en el camino está el disfrute y no en la meta. Están trabajando duro, no hablando de hacerlo.
Y tú, ¿qué opinas?.
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