¿Cómo conseguimos refrescar las ideas en una organización?. Creo que todos estaríamos de acuerdo en que hay que conseguir que esto ocurra. Es por la misma razón por la que ventilamos las casas por la mañana o podamos los árboles en el otoño. Eliminando un poco el peso, renovando y cambiando algunos de sus componentes, conseguimos que el conjunto tenga más fortaleza y vigor. Ahora bien, existen dos formas de conseguir esto. La más obvia es desde fuera: la poda. Pero os propongo otra idea para conseguirlo, también, desde dentro, desde el lado intrínseco y motivacional.
Ayer 30 de Noviembre, tuve la oportunidad de asistir al evento StartUp Spain que organizaban algunos de mis colegas en Esade, con la colaboración de la Fundación Rafael del Pino, Campus Party y bajo el liderazgo e impulso del profesor Javier Santiso. El evento tenía por objetivo fundamental continuar en la línea de concienciación y análisis del fenómeno emprendedor y, más concretamente, como vía de renovación, regeneración y salida de la crisis. He de decir que estuvo francamente bien y se propusieron bastantes ideas interesantes, que podéis recuperar de mi twitter, bajo el hashtag #startupspain.
¿Qué pasa con la hucha?
Entre las ideas que se propusieron, quiero detenerme en una que presentó con su claridad habitual Jesús Encinar (en esa línea os recomiendo la relectura de su decálogo de medidas para fomentar el emprendizaje). La idea es la siguiente: como parte de la muy necesaria reforma laboral, e independientemente de cuántos días fijemos como indenmización por despido, limitemos a un máximo la indemnización a cobrar.
Es una propuesta valiente que me llamó la atención y que creo que tiene dos ventajas, por lo que merece la pena reflexionar un poco sobre ellas:
- Desde el punto de vista, práctico, del empleador: permite provisionar un máximo de coste de despido y por tanto limitar mejor el riesgo de equivocarse en la contratación, o tener mayor facilidad de adaptación. Esto, en última instancia, es bueno para favorecer la contratación de personas.
- Desde el punto de vista del empleado, la ventaja es más sutil, pero creo que ahí es donde está lo interesante: ¿Cuánta gente conoces que, tras 5 o 10 años en una misma empresa, no se mueve «por no romper la hucha?. Al final, la potencial indemnización por despido es uno de esos «derechos adquiridos» que vamos guardando en nuestro subconsciente, es una de las anclas que nos atan y nos limita el potencial de cambio.
Facilitando el incentivo para el cambio
Si eliminamos ese ancla, o limitamos su cuantía, llegará un momento en que el empleado ya no tenga una motivación tan grande para permanecer estático en su empresa, función o área de confort. Llegado cierto momento, puede empezar a tomar más riesgos, innovar dentro de la empresa, cambiar la manera de hacer, o simplemente salir y buscar otras oportunidades. Quizá algunas de ellas en forma de emprendizaje.
Como segunda derivada, si el empleado que ya no tiene la necesidad de proteger más su hucha sale de la compañía, ésta contratará a un sustituto. Potencialmente, esta persona traerá nuevas formas de hacer, cambios, aires nuevos y frescura. Potencialmente, la organización se ha refrescado, se ha reforzado y entrenado en el cambio para el futuro.
Potencialmente, además, el empleado saliente empezará su nueva aventura con nuevas ganas. Quizá aplique su experiencia en el lanzamiento de nuevas ideas, de nuevas empresas. Pero seguro que tendrá que seguir apretando y esforzándose porque ya no hay una hucha esperándole.
No es fácil, pero conviene mirarlo.
Obviamente, este planteamiento es arriesgado y no tiene porqué funcionar. Al fin y al cabo, estamos favoreciendo obligadamente que la gente abandone la zona de confort. Si se implantara esta medida, es lógico que todos protestáramos. Yo mismo hubiera protestado si hace unos años lo hubieran hecho. Yo mismo me llevé la hucha de 10 años cuando acabé una de mis etapas profesionales, y me encantó.
Sin embargo, creo que hay que hacer cambios de fondo, de los fundamentos. Y esta medida es una de las que me parecen más sustanciales y de mayor impacto en el largo plazo.
Y tu, ¿qué opinas?.
¿Y si pasamos al modelo austriaco? Desaparece el problema de romper la hucha, porque el trabajador se lleva la hucha.
Gracias Héctor,
Efectivamente, eso también vale, porque también sirve para el propósito que persigo, que es desbloquear la movilidad y la salida de la zona de confort. Si la hucha va contigo, como en el modelo austriaco, y no está atada a la condición de permanencia en la empresa, la gente tendría menos miedo/reparos al cambio.
No obstante, el mero hecho de que exista la hucha -como en el caso austriaco- también es discutible: porque tiene que haber una compensación adicional (hucha) si no se genera valor?, y si genera valor, porque no se me compensa ya en el salario en vez de hucha? Y si lo que planteamos es ahorro para el futuro, porque es el estado un mejor gestor de mi ahorro que yo? … Como ves, harina de otro costal.
Un saludo